SIETE POETAS
HISPANO
AMERICANOS
Ha publicado
DELMIRA AGUSTINI
Los cálices vacíos
IDEA VILARIÑO
Nocturnos
WASHINGTON
BENAVIDES
Poesía
RAUL ZAFFARONI
Poeta muerto
NANCY BACELO
Cantares y Cielo solo
Próximamente apa¬
recerá:
ENRIQUE FIERRO
De la invención
Colección .
La Pluma en él aire
dirigida por
Nancy Bacélo,
Presencia diaria
Obra publicada
En el tiempo (1958)
Carátula de
Nelson Ramos
Siete poetas hispanoamericanos
Circe Maia
Presencia diaria
Montevideo 1964
Siete poetas hispanoamericanos
Cercanía
ES ASI
Es como si del marco de una puerta entreabierta
quisieras ver qué ocurre en una inmensa sala
viendo tal vez la esquina de una mesa
el vuelo de un vestido.
Como esos cielos de las calles estrechas
telones desvaídos
un pedazo flotando, cortado
sobre los ojos miopes, lejos.
Es así: contemplamos
retazos, trozos, sueltos.
Quién sale de su fina ranura, quién se alza
escuchando el rumor total: sonido puro
o roto, absurdo ruido?
9
LA MANO
Recorriendo hilo a hilo
el inmenso telar baja una mano
y palpa
hilos entrecruzados por millones
fragmentos de dibujos complejísimos
y toca
los mezclados colores, combinados
en gama inagotable... Uno a otro
de matiz a matiz baja la mano
—ciega mano temblona ya, cansada,—
pero insistente, terca.
10
EL ENGAÑO
Desde el tren se veía extenderse la tierra
en amplias curvas suaves hacia un remoto cielo.
Lomas en verde claro, cañadas, piedras grises
y grupos de eucaliptus ya borrosos, lejísimo.
Y como pasan ramas rápidas y se mueven
los alambrados cerca de los vagones
como hay veloces ríos de tierra cerca nuestro
y colores corridos, mezclándose,
ya casi no se puede más que cerrar los ojos
o prenderlos en grises, celestiales colinas:
ilusoria quietud, engañosa firmeza
siempre hacia arriba o lejos, retrocediendo, esper:
(El centro inerte del remolino
fondo del pozo, través del cielo
el ojo inmóvil que nada mira.)
No dejan de pasar los árboles y casas
viñedos, naranjales, recién plantada avena.
Trae hacia acá los ojos
retén sobre estas cosas
la mirada. Son claras
son fugaces, son ciertas.
11
LOS LIMITES
Puedes dejar que caigan
en ti y se disuelvan
los blancos días quietos
los saludos, las cartas
el sabor previsible de las horas que quedan.
Cada mañana el viento
trae sonidos, pasos
conversaciones fáciles
conocidos reflejos:
en la luz de estos días podemos apoyarnos.
Pero qué hemos de hacer
—no puedes, no podemos—
recibir totalmente cierto infinito peso
la hondura desmedida
el golpe inesperado.
Por pedazos, pequeños fragmentos dolorosos
se reciben entonces
como la lluvia en gotas
como la hoguera en chispas
para no aniquilarnos.
12
JUNTO A MI
Trabajo en lo visible y en lo cercano
—y no lo creas fácil—.
No quisiera ir más lejos. Todo esto
que palpo y veo
junto a mí, hora a hora
es rebelde y resiste.
Para su vivo peso
demasiado livianas se me hacen las palabras.
13
PALABRAS
Con gran dificultad, como un idioma
nuevo, mi propio idioma.
Asoman las palabras fugazmente
y va dejan un polvo, alguna equívoca
sombra, se endurecen
se retiran de mí, están cerradas,
y como envueltas en sus signos, quietas.
Cubiertas por su capa de sonidos
en una espesa, inerte luz, calladas
No hablan, no nos hablan.
Pero de pronto, de otra boca salen
simples, directas, saltan
sobre mi propia voz, la están alzando
la levantan, la alumbran, están vivas
las siento sobre mí como una ráfaga.
Hablarte, hablarme. Es tiempo
es tiempo ahora
de voces entre voces apoyadas.
14
EL REMOLINO
I
Caen los días
brotan, suben, descienden
hacia la noche.
—Levántate, despiértate.
Golpea la Inz sonora.
Calles llenas de gente.
Un ruido de motores.
Pasos en escaleras.
Por todos lados late
un ritmo duro y tenso:
como una mano brusca
abre las puertas.
No te envuelvas, no huyas.
Levántate, despierta.
15
II
La luz los gasta
buscan la sombra
y aún la misma nocbe
se los devora.
Hombres en polvo
desmenuzados
caminan por la calle
rápidos pasos.
—Más que nada quisiéramos
sentir el suelo firme,
—firme, fuerte—
uniendo, sosteniéndonos.
16
ni
Temen la voz de afuera
la luz aguda, el viento.
(lira el vivir en círculos
como atrapado, envuelto.
Por grados de silencio
y oscuridad, resbala.
Su tiempo es sólo sombra
creciendo en blandas capas.
17
IV
Atrapados en el vértice
del torbellino
dicen ahora:
—Tan veloces los días
tan súbito el descenso
de las noches vacías.
Tan rápidos la sombra
el perderse, el cansancio.
Nos arrastran, nos llevan.
Vámonos.
18
V
No busques la luz del sueño
cerrada y ambigua. Falta
el aire, falta el suelo
el paso en común nos falta.
G-astada y seca, la voz
sonido que no se alza
murmullo que nadie oye
cuchicheo, sombra y nada.
19
Sitio
I
Cuando el vivir se abre
en otras vidas
v no es más noche propia
día propio
sino nuestro, partido
entre nosotros, nuestro,
volvemos a encontrarnos como éramos
un sitio en una mesa,
un lugar entre otros.
Otra vez nos alumbra
una pareja luz, repartida entre todos
día a día, creciendo.
23
II
Los quehaceres, el orden de las horas
trajín diario, sustancia de la casa.
No te hiciste al alzarse las paredes.
Siempre, día por día
preciso es sostenerte
tarea interminable.
(Veo en innumerables
cuartos, las infinitas
manos que no se paran:
brillo de las agujas en manteles y ropas
polvos de las escobas
cansancio de las planchas.)
Te estás haciendo ahora, cuando ya se han dormido
los niños, y el comedor y la cocina a oscuras
han desaparecido.
Sólo es real ahora
este cuarto, esta lámpara.
24
APUNTES DE LLUVIA
I
Salimos a mirar la creciente. Figuras invertidas
de casas y de árboles
en calles inundadas.
I
Volvimos casi noche y empezaba otra vez
a lloviznar, despacio.
Atrás quedó el extraño
paisaje doble, imagen
de angustia quieta: débiles
paredes, niños descalzos, ranchos
ventanas negras.
Alrededor, el agua.
25
n
Si se va a desatar la lluvia ahora
mejor sería esperar, sentarse afuera
sentir llegar, antes que esté, el sonido
claro aliento, frescura.
Clon su ruido parejo
baja la sombra.
De anochecer lloviendo sobre calles y casas
golpeando vidrio y cal, sentir sus filos
cortando el aire quieto.
26
m
El cinturón de ranchos de la ciudad se borra
se disuelve en la lluvia
y no se vé más que este furor del agua
cayendo.
Color de arena y greda, calle llena de pozos.
Un niño chico juega con palos y con piedras.
No es el limpio llover en la ventana
del abrigado cuarto.
No llueve sobre vidrio. Sobre la paja llueve
sobre las latas llueven
sucios hilos amargos.
Y no lava las cosas, como en el centro, brillo
de asfalto y de vidrieras
sino que decolora, corroe más, descama
el ya huesudo rostro que asoma a cada ráfaga
a cada golpe blanco.
27
ESTAS TARDES
Estas tardes de paz, de cielo liso
de gritos infantiles en las calles
y ladridos y juegos
van navegando juntas siempre iguales
con sus mismo aire limpio
sus árboles sin viento
sus veredas de idénticas baldosas
y el lento oscurecerse de sus horas
de despacioso tiempo.
Y no es posible entrar dentro de ellas
—real, realmente dentro—
Antes de haber pasado ya están hechas
de la misma sustancia del recuerdo.
28
FOTOGRAFIAS
Esos rostros que miran
en las fotografías
detenidos en medio
de un gesto que no acaba
a mitad de una risa
con la mano en el aire...
Esos rostros...
El caer de la luz
es ahora un cerrado
resplandor seco, un frío
que rodea la cara.
Repetido gotear
de minuto y minuto
está ahora cortado
abierto, expuesto, duro
sobre el papel, brillando.
29
29 DE JUNIO
En un día de frío, una mañana fría
como clavada toda por agujas quebradas
—largos hilos de frío
largo brillo filoso encima de las casas—
miré hacia la ventana y vi la luz bajando
dura claridad blanca.
Bajaba en el silencio
desde el ciclo dormido
y era una telaraña de bordes luminosos
como trozos de rotos espejos, finas láminas
de sueltos resplandores ateridos.
Toma tu día, es éste, decía el árbol quieto
con sus resecos brazos mostrando, arriba, lejos,
un profundo camino sin colores.
Desde su fondo blanco se bajaba mi día
día mi día mío
para acercarme a tu mejilla helada
a la luz de aluminio que se suelta
de tu ambigua mirada
he de salir a verte cómo creces
y cómo, hora a hora te desñecas
y se pierden tus hilos por las calles
30
barridos, enredados.
Hasta que ya no seas más un lento
latido perdurando en mi memoria
gota de savia oscura que alimenta un racimo
de frías horas blancas.
31
TAL VEZ
“.. .porque es maceesible la lu
donde El habita
San Anselma.
Habitando una luz inaccesible
escondido entre pliegues de esplendores
detrás de sus cortinas de silencioso brillo
tapado por destellos.
Casa de luz, sin nadie
nadie sube las gradas silenciosas
y si las voces cantan, cantan lejos
y si los ojos miran, caen
caen quemados
heridos del fulgor donde Él habita
y anda el amor rondando como un pájaro
golpeando el ala en ventanal cerrado
Nadie responde, nadie abre las puertas
Tal vez no hay nadie.
32
Modos del tiempo
DOS MODOS
I
Nos llaman. Llaman de todos lados
voces, tareas.
Desde los patios, calles, ventanas
se alzan las voces
agitadas, dispersas.
Tela, tela del día.
Antes eras un lienzo de color indeciso.
(Decíamos: qué liaremos
qué haremos de esta noche
esta luz, este tiempo?)
Ahora tienes siempre
un decidido corte y un color definido.
eres como un vestido
para usarte y gastarte.
Tela, tela del día,
luz hilvanada en fuertes
trabajosas puntadas
cuando por fin de noche
se sueltan tus costuras
flotas ante los ojos
—ya por dentro del sueño—
flotas, te sueltas, caes.
36
II
Y sin embargo pueden
los pilares del día
armarse, sostenerse
como un sólo dibujo
de entrecruzadas líneas.
Pueden haber mañanas
de blanca luz sin prisa
en que los ruidos claros
del agua y de la loza
bajan hacia el callado
centro del mediodía.
Movimiento de pasos
una pregunta, un gesto
se envuelven, sostenidos
por hilos de luz viva.
37
CUATRO POEMAS 1)E LA ESPERA
1
Crece el tiempo de adentro hacia afuera, espesándose
ya no es agua ni vuelo, sino una lenta fruta.
Conocerás, desde el carozo amargo
a la cáscara dura
y entre los dos, la suave la dulce capa y capa
zumo de sombra tibia.
Vuelta hacia dentro, entera, la luz no se disipa.
Pasó el abierto tiempo color oro-naranja
color azules uvas;
un dispersado viento, fuego suelto gastándose
pasó espuma y ceniza.
Hoy es germen de horas, abrigado de sombra
que se ensancha y madura.
38
II
(Jomo el agua de lluvia, débil, repiqueteante
con sus pequeñas voces, su canto dividido
nos venían los días
como livianas gotas.
Antes nos resbalaban el sol y la alegría.
Ahora están adentro:
alegría callada
sol escondido.
Ahora de las hondas raíces de la tierra
viene tibieza oscura
un agua circular y casi quieta.
Se apaga en el silencio
crece sobre la sombra,
un ovillo de sueño.
Amor es alimento
de su raíz secreta.
39
m
¿Y no te gusta ahora
más que el cristal, la lisa
madera, la veteada
las líneas
de oscuridad envolvente
los dibujos
de orden oculto? El agua
no te gusta más quieta
para poder mirarla
descansando en su peso
su frialdad translúcida?
40
IV
Eres un recibir y un guardar y por eso
convergen hacia ti los dones, las esencias
muestran su doble rostro:
una noche de hierro sostiene un día claro
hilo de la alegría más fuerte se desprende
de dolor y dolor en oscura madeja.
Aprende que de pronto todo te pertenece.
Y son tuyas las horas, pero en verdad son tuyas.
No vuelan sobre ti, alas de luz y polvo,
suelto viento de arena,
sino que hasta ti baja su verdadero peso
su raíz verdadera.
41
TAREA INUTIL
Hay un trabajo amargo
como de fatigados pescadores
arrojando sus redes
—ansia y desesperanza—
recogiendo sus peces
de aletas frías, muertos.
Así, - a duros golpes
se cree traer vivos todavía
viejas escenas en fragmentos, restos
de diálogos, perdidos
brillos de las pupilas enterradas.
No quiero más, no quiero.
Porque sé que de un modo que no entiendo
de algún oscuro modo, está presente
en mí, total, entero
el sumergido mundo que no alcanzo
No quiero alzar pedazos, restos, sombras
ya fríos, en mi mano.
42
MANOS
Los gestos milenarios que repito
desde el tender la mesa a hacer dormirse
los niños, me descubren
de pronto, su otra cara.
Es mi mano y no es sólo la mía.
Vieja mano, viejísima, viniendo
desde siglos, se mueve
por detrás de una fría, gris mirada.
Visto y pensado, el mundo
contemplado, extendido
delante de los ojos
y los ojos buscando ver los hilos
de la espesa marafga.
... Y sin embargo, manos
que nada ven, las ciegas
manos, mucho más hallan,
y sin buscar encuentran
una viva sustancia:
en palabras no entra
en los ojos no cabe.
Manos sólo la palpan.
43
INDICE
CERCANIA
Es así 9
La mano 10
El engaño 11
Los límites 12
Junto a mí 13
Palabras 14
El remolino 15-19
SITIO
Cuando el vivir se abre 23
Los quehaceres, el orden de las horas 24
Apuntes de lluvia 25
Si se va a desatar la lluvia ahora 26
El cinturón de ranchos de la ciudad se borra 27
Estas tardes 28
Fotografías 29
29 de Junio 30
Tal vez 32
MODOS DEL TIEMPO
Dos modos 35-36
Y sin embargo pueden 37
Cuatro poemas de la espera 38-41
Tarea inútil 42
Manos 43
Se terminó de imprimir el
27 de agosto de 1964, en la
Imprenta Panamericana, 21
de Setiembre 2792, Montevi¬
deo, para la Revista Siete
Poetas Hispanoamericanos.